Mi humilde homenaje a Boris Spassky, que hizo más grande, humano y ejemplar al ajedrez. Miguel García- Cortés.
«Grandeza«
Noche cerrada en Reykjavik… como tres estatuas de mármol Géller, Krogius y Nei, petrificados por la obra de arte que ante sus ojos se está creando, son mudos testigos de la tragedia interior del campeón del mundo. La posición se está desquebrajando y las grietas se multiplican… Cuando la mano de Fischer toma con seguridad la dama blanca, desplazándola de e4 a f4, un cuchillo invisible traspasa la mente de Boris Vasilievich Spassky… Para él es el comienzo del fin… el aspirante no volverá a darle tregua. Es un momento sublime en la Historia del Ajedrez.
Boris inclina su rey, estrecha la mano de su rival y, ante la sorpresa de todos, se levanta de la silla uniéndose al aplauso general de los espectadores. Un artista sabe reconocer la belleza cuando se presenta ante él… Sorprendido, Bobby Fischer abandona rápidamente el escenario. Camino del hotel repite una y otra vez: ¿viste lo que hizo?, ¿le viste aplaudir? “Eso es caballerosidad y muestra que Spassky es un verdadero deportista”.
Pocos han sabido demostrar tanto señorío y “fair play” como el décimo campeón mundial. Con su gesto cerró el circulo abierto cuando Guillermo Steiniz pidió “tres hurras” por el joven Lasker al perder su cetro. Desgraciadamente la aceptación de la derrota nunca ha sido fácil y muchos grandes jugadores ensombrecieron su trayectoria al no saber encajar con gallardía los reveses de Caissa.
El ego pesa demasiado en un Juego en que el azar no existe. Revindicar a Spassky a estas alturas debería de ser algo innecesario y superfluo, pero han sido muchos quienes han querido enterrarlo antes de tiempo con la pala del desdén y la arcilla de los tópicos… “Bon vivant”, “apático”, “play boy”… “jamás escribió un solo libro”… “escasa aportación”… “perezoso”… En estos casos no existe mejor juez que el tiempo que, implacable, es quien quita y da la razón. Sirvan estas líneas para recordar a un gran campeón dentro y fuera del tablero.
Boris comenzó a jugar a los 5 años ayudado por un ambiente familiar propicio. Su hermana llego a ser campeona de damas y su talento precoz se desarrolló en Leningrado donde el ajedrez era santo y seña de toda una Nación. Ya a los 10 años era campeón escolar de su ciudad y a los 13 campeón juvenil de su país… Su eclosión no pasó inadvertida… El diamante en bruto fue pulido por la experiencia de 3 grandes entrenadores que le harían llegar hasta lo más alto. De Zak se impregnó del juego posicional, de Tolusch aprendió agresividad y espíritu de ataque, de Bondaresvky la imprescindible solidez para enfrentarse a los mejores del mundo.
En la película de James Bond, «Desde Rusia con amor» (1963), se reproduce el final de la partida entre Spassky y Bronstein de 1960.
Logró el titulo de campeón del mundo juvenil en 1955 y en 1960, en Mar del Plata, comparte la primera posición con Fischer aventajando ambos en dos puntos a David Bronstein. En 1962 se proclamó por vez primera campeón absoluto de la URSS. En 1966 la solidez de Petrossian fue un muro insalvable que le separó del título mundial, pero tres años mas tarde lograría vencer la resistencia del rocoso armenio encumbrándose hasta lo más alto.
Su reinado duraría 3 años. La sombra de “Bobby” crecía día a día… Hasta su encuentro de 1972 nunca había sido derrotado por el genial americano, pero un vuelco “revolucionario” iba a romper el dominio soviético muy pronto. Supo ser generoso y su actitud fue clave para que se celebrara el campeonato ante las caóticas negociaciones preliminares que hicieron que todo estuviera a punto de fracasar en varias ocasiones.
Tras las duras criticas sobrevenidas por la derrota y el vacío que se creó en torno a su figura supo erguirse, como el ave fénix, imponiéndose por segunda vez en el fortísimo campeonato de la URSS de 1973, sacando un punto de ventaja a Karpov y Knorchoi. Cuestionado y aburrido por una y mil zancadillas administrativas, en 1978 se radicó definitivamente en Francia tras ser derrotado en la final de candidatos por “el terrible Víktor”, tomándose “con filosofía” su papel de “secundario de lujo” en el nuevo escenario a la sombra de las 3K.
Aún en 1983 la supernova daría un postrero destello ganando el fuerte torneo de Linares con medio punto de ventaja sobre Karpov y Andersson. En 1992 revivió, 20 años después, el “match” del siglo… La emoción y la pasión del Ajedrez volvieron a adueñarse del corazón de los aficionados como un soplo de aire fresco, ante las escisiones y corruptelas que imperaban en el panorama de aquellos años.
Es 2004 Robert James Fischer juega su partida mas difícil ante el peor enemigo posible: sus propios temores y fantasmas. Una voz se alza y una carta valiente cruza el Atlántico. En defensa del rival pero ante todo del amigo… Boris quiere que se libre del jaque continuo al que le están sometiendo obtusos y grises funcionarios cuya estrechez de miras promueve el mayor de los absurdos. La lección de Boris Vasilievich quedará grabada con letras de oro: “antes que campeón deportista, antes que jugador caballero”.
Texto: Miguel García-Cortés.