El método socrático, consistente en realizar exhaustivos interrogatorios a sus interlocutores, pretendiendo hacer aflorar el conocimiento que anida dentro de nosotros. Y como sucede en los nacimientos, no sin esfuerzo y dolor.
En la medida en que contemplamos la partida de ajedrez como un diálogo donde blancas y negras se alternan en cuestionar la posición contraria para dar cumplida respuesta al oponente, podríamos entender como mayéutica y no enconado enfrentamiento, el transcurrir de sus movimientos, porque ambas partes presentan dificultades al rival interlocutor y se esfuerzan en contra-argumentar sus planes y estrategias o sufren en hallar una buena defensa. Es precisamente, llegados a este punto, conviene no olvidar que la otra parte posee en su interior un conocimiento que no conviene excitar en demasía, de modo que, en ocasiones, tu mejor jugada no es tu mejor jugada si con ella se fuerza al oponente a encontrar la única jugada con que se defiende y te gana.
Dejando a un lado la paradoja anterior, ciertamente, el método socrático de la mayéutica ayuda a comprender el fenómeno de las denominadas “Inmortales” porque la inspiración ajedrecística, a diferencia de la musical o poética, es poca ayuda de cara a componer las obras de arte con las que nos tropezamos por sorpresa en el lúdico dialogo de la competición cuando quien está al otro lado del tablero hace que aflore lo mejor de nuestro genio.
Es entonces que descubrimos una de las grandes verdades atrapadas en el mismo juego, a saber, que se necesita del rival para poder jugar.
Este texto y con este mismo título, La mayéutica socrática y la partida de ajedrez, ha sido tomado del blog de Nicola Lococo, txikixake, dedicado a la difusión y fomento del Ajedrez de Base. También puede ser escuchado en la sección Escaque 65 del espacio radiofónico Rincón del Ajedrez, dirigido por Manuel Azuaga.