Un torneo entrañable

Tomada de https://ajedrezoberena.blogspot.com/2019/12/torneo-de-navidad-lizuain-martin-es.html

Como todos los años, entre el 26 y el 30 de diciembre se ha celebrado el Torneo de Navidad, un clásico del calendario con un sabor propio. Dos cambios: el traslado de la sede del torneo desde Oberena al Kulturgune de Ansoain y la desaparición de los premios en metálico. El primero de ellos ha debido influir en que el número de participantes haya descendido desde 79 hasta 64. La comparativa de las cifras de inscritos 2018-2019 nos muestra constancia en las categorías de Veteranos (sube +3), Sub18 (baja -5) y no clasificados (desciende -1), mientras que en Sub12 se desciende desde los 32 del año pasado, la mitad de los cuales eran de Oberena, a los 20 de este año. Es comprensible que para los padres oberenistas resulte más cómodo pasar la tarde en las instalaciones de Oberena mientras su hijo juega al ajedrez, que desplazarse a Ansoain.

El resultado del torneo resultó tan paradójico como puede esperarse de un suizo con un número de rondas insuficiente para proporcionar un ganador claro. Coincidimos en esta apreciación con la crónica oberenística. Tras la última jornada, quedaban en cabeza igualados a puntos Javier Lizuain y Martín Pascual. El desempate favoreció al primero, injustamente en nuestra opinión. Javier Lizuain dispuso de un bye premiado con medio punto, en tanto que Martín Pascual disputó todas las rondas. Ya comentamos aquí la conveniencia de que al menos el primer criterio para desempatar sea el número de partidas reales disputadas. Mejor aún sería que los byes no puntuaran en absoluto (circunstancia que ya se da en los Juegos Deportivos de Navarra).

Sobre el número de rondas. Se supone que cada ronda «divide» la cabeza de la lista de inscritos y  que por ello seis rondas, que es la potencia de dos que coincide exactamente con los 64 inscritos, sería suficiente para dejar en cabeza a un solo ganador. Pero ello hubiera sido así si hubiera habido alguno capaz de ganar todas las rondas. Cuando las diferencias en la cabeza son más ajustadas, para producir un resultado deportivamente justo es necesaria alguna ronda más. Eso, y eliminar los byes puntuables, insisto.

Martín Pascual (Oberena) pinchó en primera ronda haciendo tablas con Julen Pérez Azanza (Oberena), al que sobrepasa en más de 750 puntos de elo. No vamos a ser suspicaces pensando que fue un bye disfrazado que además beneficia a un colega de club. Martín ha tenido un 2019 muy irregular en cuanto a resultados y, además, la asimetría es una dama imprevisible: Julen Pérez Azanza ganó hace menos de dos meses a Aitor Martínez, que le sobrepasa en más de 800 puntos. Pero el semipinchazo de Martín en primera ronda, pagado con elo del propio bolsillo, le facilitó eludir a rivales teóricamente superiores hasta la penúltima ronda. El Torneo de Navidad necesita una o dos  rondas más para producir un resultado más justo deportivamente. Aunque, quizás, ésa no sea la finalidad del Torneo de Navidad.

Quizás por no estar diluidos dentro del complejo Oberena, el Torneo fue más ameno y vivaz fuera del tablero, facilitando las tertulias mezcladas entre diferentes. La sala de análisis, situada en un altillo a la entrada, estuvo de lo más animada. Es cierto que en la entrada no se podía levantar apenas la voz, porque la puerta de la sala de juego cerraba mal y el ruido se filtraba. Una pequeña pesadilla para los árbitros. La calle estaba muy a mano: eso, en otras fechas, hubiera sido ideal, pero en éstas no.

El espacio para jugar era suficiente. Los tableros estaban dispuestos con una separación adecuada. El mobiliario, espartano, desigual, algunas sillas no en buenas condiciones. No sabemos el motivo del cambio de ubicación, ni si tiene que ver con la desaparición de los premios en metálico. Aunque Olentzero haya pasado, aún nos queda la oportunidad de Reyes para pedir que se vayan mejorando las condiciones de juego. Un local estable para todas las competiciones oficiales y de la calidad al menos de Fuerte del Príncipe sería un puntazo. Dignificar las mesas, sillas y tableros. Introducir progresivamente los tableros y piezas de madera en las primeras mesas. Un poco del disfrute del ajedrez tiene que ver con el glamour.

El desempeño de los nuestros fue el siguiente:

Comenzamos por los jugadores del Mikel Deuna, que fueron los dos que más alto llegaron. En sexto lugar finalizó José Antonio Apesteguía, que mostró lo rocoso difícil de superar que es. Tan sólo la derrota ante Miguel Argaya le apartó al final de la lucha por el título. Otro veterano, el incombustible Rafi (Rafael Ruiz Escobar) alcanzó el puesto 7, ganando todo lo que había que ganar, pero perdiendo con el top Camilo. Variación elo positiva, pero mínima. Le faltó una ronda más para acreditar que su posición 2 de ranking era correcta.

Camilo Lotero tenía el sorteo de cara. Demasiado de cara. Era obvio que después de ganar al número dos del ranking Rafa en cuarta ronda, la quinta y la sexta no serían más fáciles. Sus dos derrotas posteriores han sido la mayor de las sorpresas del torneo. Pero no las únicas. Según sus palabras, «estos jóvenes juegan muchísimo más que el elo que dicen tener». Puesto 8, cuatro puntos.

Adrián Oroz tiene el problema de conjugar su imaginación ajedrecística con la consistencia competitiva. Su derrota con Diego López Morata sólo se entiende desde la perspectiva de que esto es deporte y todo rival puede hacerte morder la lona si no estás fino, especialmente si tu objetivo es estar en el top de manera regular. Su derrota contra Gregorio Sola, en cambio, tiene otro carácter: es el riesgo que se corre camino de una victoria brillante. Puesto 10 (ranking 12), cuatro puntos.

Felipe Martín solo encajó una derrota y ante un rival muy superior, Martín Pascual. Como es su sello, puntuó mucho mejor con negras (2,5/3,0) que con blancas (1,0/2,0). Cuatro puntos con el bye forzado, no oportunista, de la primera ronda.

Mikel Salvatierra. Buen torneo, repitiendo las sensaciones del por equipos, pero pinchó ante un Ernesto Artozqui cuyo elo está infravalorado. Cierra el grupo de los de cuatro puntos.

Iñigo Ayúcar, con 3,5 puntos, solo decepcionó en las tablas contra Julen Arbeloa, al que a priori debía haber derrotado. Las dos derrotas sufridas entraban dentro de lo previsible, pero hay que seguir exigiéndole más.

Ernesto Artozqui, buen torneo y mala suerte en los emparejamientos, condicionada por la incomparecencia de Axel Roviralta en tercera ronda y sufrir las consecuencias del pinchazo de Martín Pascual en segunda ronda.

Ander Miranda acabó también con 3 puntos en su torneo fetiche. No pudo participar en el por equipos y debutaba este año. Regresa con ganas y sumando minutos a los relojes, yendo de menos a más en el nivel de sus partidas.

Los peques Ander Arrastia, Jorge y Lucía Suescun, irregulares. Se les hacen muy largas las partidas lentas. Los tres, mucho mejor en la primera mitad del torneo que en la segunda; se les hizo largo.

Irene Miguel empieza a despegar en la modalidad de lentas, después de sus tres primeras partidas en el Campeonato por Equipos. Debut en lentas para Aurora Hidalgo, que parece que se apunta a un bombardeo, lo que le hará ir progresando día a día. Y finalmente el doctor Vicondo, que progresa adecuadamente, así como Nina Alcántara, ambos alumnos de la escuela de adultos.

Felipe Martín

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