¿Falta de empatía o ganas de tocar las narices?

El ajedrez no es un juego de tahúres.

Podríamos definir la empatía como la capacidad de percibir y compartir los sentimientos o emociones de las personas que nos rodean, reconociendo al otro como a un igual. En el ajedrez navarro esta lectura hace mucho tiempo que no se realiza y es aún más perniciosa cuando quien retira esa mirada hacia el que tiene en frente, esa manera de entender las cosas, se hace a sabiendas de que es esa vuelta de tuerca lo que se persigue. Pero aún va a más esta circunstancia si quien se aparta del rigor moral es quien lo hace desde la ostentación de un cargo federativo, alguien que no debería ver los colores que visten unos y otros.

Este sábado 11 de enero comenzó en la residencia Fuerte del Príncipe el Torneo de Invierno. Para participar en el mismo debías inscribirte antes del jueves anterior a las 14 horas. Esto es, que entre el fin del plazo y el comienzo de las partidas a las 17 horas del sábado había 51 horas. ¿El árbitro principal debe apurar los 3060 minutos de que dispone para publicar los emparejamientos? A todas luces la respuesta es NO.

Es obvio que la no publicación de los emparejamientos, cuya dificultad extrema se resume en un doble click «emparejar-publicar», repercute en el propio desarrollo del torneo, puesto que los jugadores no pueden preparar sus partidas y con ello el nivel de las mismas baja. Ese es el primer punto objetivo en el que la FNA tiene que llamar la atención al equipo arbitral del día 11: Huerga-Moral. ¿Qué hizo imposible publicar los emparejamientos sólo unos minutos antes del comienzo de las partidas? La última vez que miré www.info64.org eran las 14.30 horas y aún no estaban publicados (y eso que ni siquiera participaba). Está claro que dentro de las obligaciones del equipo arbitral, por el mero hecho de ser árbitros y por cobrar por ello, está tener que publicar el emparejamiento, pero ¿sería ético decir que eso ya lo han hecho? Es ahí adonde vamos… porque publicar los emparejamientos poco antes del inicio de las partidas (pudiéndolo haber hecho antes) es exactamente eso, una muestra de falta de empatía flagrante, una desconsideración hacia quienes participan en el evento.

Pero aún hay que decir más. Y es que se dio la circunstancia de que una de las personas inscritas en el torneo, al resultar ser impares el numero de jugadores participantes, tuvo que descansar. Esa persona resultó ser nuestro compañero Alejandro Vicondo -un canterano de 68 años-, que llegó a la sala de juego, preguntó a los responsables dónde jugaba, vio que le tocaba descansar y se tuvo que marchar con dos palmos de narices… Alejandro había decidido jugar este sábado, ésa era su intención, y bien seguro estoy de que, si no hubiera tenido que desplazarse en bus durante 30′ para subir a la residencia Fuerte del Príncipe desde su barrio, tendría otros planes con los que aprovechar la tarde. Pero todas esas opciones se fueron al garete, todas, tanto la propuesta ajedrecística como cualquier otra alternativa ociosa que lógicamente todos tenemos un fin de semana. ¿Los árbitros no pueden avisar? ¿No son capaces de ponerse en la piel del otro? ¿No son capaces de entender que uno no puede desear para el otro lo que no quiere para sí mismo, aunque sea algo tan nimio -o no- como perder una tarde?

Alejandro aceptó que tenía que descansar. Ser impares y tener un apellido que empieza por la V es lo que tiene, pero eso no quita que se llevara el disgusto propio de no poder jugar, que es lo que todo jugador desea por encima de los resultados (que no se le olvide a la pareja arbitral y a la FNA), pero lo que no es de recibo es que no se le avise de esta circunstancia o a él o a cualquier responsable de su club para notificárselo. Y además, como guinda para el pastel, tuvo que aguantar la sorna del equipo responsable de semejante calamidad cuando le dijeron que había ganado un punto… ¡Gracias!

Resultado: FNA 1- Empatía 0.

 

Texto: Mikel Razkin Fraile

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