
Analizando en la cafetería con un tablero de plástico sobre el añejo tablero de madera incrustado en la mesa. ¡Por dios, que les llamen la atención a estos chicos!
Por quinto año, Iruña ha tenido su Open de verano. Oficialmente, Open de Ansoain, por el club que sacrificadamente se echa a las espaldas la tarea de organizarlo. Open del Casino, coloquialmente, por el magnífico espacio en el que se celebra, el Nuevo Casino de Iruña, tan nuevo como que cuenta ya con 163 años de existencia. Un espacio que cierra del 15 de julio al 1 de agosto para hacer el tratamiento conservador de la madera que cubre sus suelos, techos y paredes.
Setenta y ocho inscritos, de los que menos de la mitad eran navarros: vasquitos, riojanos, asturianos, aragoneses, valencianos… Testimonial representación internacional: la francesa Helene Rhulmann y un coreano americano que finalmente no compareció pero que, en cierto modo, influyó en el resultado final.
Quizás habría que incluir como criterio de desempate por delante del APRO el número de partidas reales jugadas.
A la cabeza del ránking de inicio y ronda tras ronda hasta el comienzo de la última, el FM navarro Pablo Urriza, con 2300 de Elo.
Sorpresivamente, el torneo fue ganado por el riojano Jorge Ruiz González, que con sus 1965 puntos de Elo para nada partía como favorito ¡en el puesto 27! del ránking. Un chaval de 18 años. ¿Hemos descubierto una estrella? Puede que sí o puede que no.
En favor del sí, diremos que en este torneo Jorge Ruiz González ha tenido una variación de rating extraordinaria, de +133,20 puntos (K=40, cierto) Su APRO, el promedio de performance-rating de sus rivales, que es lo que a la postre ha permitido desempatar a su favor, ha sido de 2112, veintitrés puntos más alto que el de Pablo Urriza, que a su vez sacaba 50 y 70 puntos de diferencia a los tercero y cuarto.
En favor del no, observamos que de sus 7 puntos, dos puntos han sido obtenidos sin jugar. En primera ronda, el emparejamiento con el koreano-americano Christian Riales Laing le daba el primero de los puntos. Christian Riales Laing sería aparcado a perpetuidad a byes de cero puntos. Curioso destino el que cruzó en primera ronda al primero y al último de la clasificación.
El otro punto fue conseguido con dos oportunos byes en 4ª y 5ª ronda. Ninguno de sus rivales de desempate solicitó ningún bye, jugaron todas las rondas. Y los byes dan medio punto pero no computan a efecto de APRO. Incluido el bye de punto entero de Christian Riales Laing en primera ronda.
Quizás habría que incluir como criterio de desempate por delante del APRO el número de partidas reales jugadas.
El perdedor, en cierto modo, ha sido Pablo Urriza. Dominador del torneo desde la ronda 0 -el ranking- hasta la penúltima merced a una racha inicial de 5 victorias seguidas. Sus cuatro últimos resultados fueron tablas quizás demasiado calculadoras. En el último suspiro un «desconocido» le birló la cartera.
Una buena organización con un solo pero: mesas de juego pequeñas.
El torneo se desarrolló con fluidez gracias a la buena organización y colaboración de los voluntarios del Club de Ajedrez de Ansoain. A todos ellos hay que agradecerles el disfrute de esta semana intensa de ajedrez.
El local tiene su glamour pero evidentemente algunas limitaciones. La principal, la dificultad para acoger en el salón principal a los 78 participantes (77 si descontamos al coreano-americano), lo que supone habilitar del orden de 35-38 tableros de juego. La distribución de las mesas/tableros fue la siguiente:
- 2 mesas de respeto para los 2 primeros tableros
- 4 mesas amplias en las que se ubicaban 2 tableros en cada una.
- 1 mesa amplia en la que se ubicaban 3 tableros, con bastante comodidad
- 12 mesas pequeñas, muy pequeñas para 2 tableros por mesa
Como se puede ver en la imagen adjunta, el jugador se sienta codo con codo con el del tablero de al lado, apenas tiene espacio para apoyar los brazos, la planilla se le cae de la mesa y la tiene que «pisar» con el tablero, y en el lateral cabe holgadamente un bolígrafo pero no una botella de agua.
Una propuesta de mejora sería acondicionar el local de juego solo con mesas amplias, tantas como quepan (además de las mesas de respeto) y restringir el número de participantes a un máximo de 50, por ejemplo, por orden de rating. El exceso de inscripciones se podría manejar con una clasificatoria previa en la mañana de la primera ronda, a base de partidas blitz o rápidas, que adjudicara las plazas disponibles.
El sistema suizo ha sido muy duro para los jugadores de menor rating, que se han tenido que enfrentar hasta tres veces a jugadores que les superaban en más de 400 puntos de Elo.
Seis jugadores de más de 2200, quince entre 2000 y 2200, solo dieciocho jugadores por debajo de los 1500, incluyendo dos chavalines todavía no calificados.
Los jugadores de Mikel Gurea/Mikel Deuna tuvimos el siguiente desempeño:
Rafael Ruiz Escobar, nuestro Rafi, partía el 28 de ranking y clasificó 15, con una ganancia de 37,40 puntos de Elo. Por su tablero pasaron cinco de los 10 primeros clasificados, incluyendo al ganador, con quien hizo tablas. En la foto le vemos pastoreando sus trebejos blancos, atento a no confundir el botellín de agua con la torre de dama.
Alexandr Pedchenko partía en el puesto 23 de ranking 23 y clasificó 14. Buenos resultados ante Elos por encima de 2000, que no fueron suficientes para compensar el Elo perdido ante dos jugadores de 1400 y un 1600. Balance: -26,40.
Adrián Oroz acabó el torneo como empezó, en el puesto 53. Ganó a todos los rivales de Elo inferior y perdió con todos los rivales que le superaban en rating. El torneo para él fue una montaña rusa, o unas ducha de agua fría y caliente, alternando los enfrentamientos con rivales o muy fuertes o muy débiles. Su balance Elo se vio resentido por un emparejamiento con un chaval no calificado aún, Oier Sarasketa.
Felipe Martín -o sea, el que suscribe- empezó el 70 y clasificó 66, con una pérdida de Elo importante: -30 puntos. El sistema suizo ha sido muy duro para los jugadores de menor rating, que se han tenido que enfrentar hasta tres veces a jugadores que les superaban en más de 400 puntos de Elo, allí donde las tablas de la FIDE ponen el finis terrae. Es el azar de las inscripciones, pues aunque el torneo no ha superado los 2300 puntos de Elo en su cabeza, más de 2/3 de los inscritos superaban los 1600 y la mitad los 1800.
En la foto vemos su partida contra Unax Senosiain instantes antes de lanzar g5 y un asalto al enroque con sacrificio de pieza incluido que duró 17 jugadas, justo lo contrario de las prudentísimas Caro-Kann que ha jugado en sus cuatro partidas con negras. El chavalín que tenía enfrente, 10 años y 1147 de Elo (+87,20 en este torneo), abrió el centro justo a tiempo para hacer entrar su dama con apoyo del alfil de casillas blancas en la diagonal a8-h1. Resultado: un merecido boquete de -28 puntos en su balance Elo del torneo que no pudo enjugar ni con el punto «de gratis» que le adjudicó el sorteo en 7ª ronda ni con el punto logrado ante Oier Sarasketa, sin rating. Eso sí, la mesa era de las que daba gusto jugar.
Quién decía que no se podía escribir un libro sobre ajedrez que pudieran leer los que no juegan al ajedrez?
Finalmente, un poco del Escaque 64+.
En la sala de juego, junto a la mesa arbitral, se vendían algunos libros de ajedrez. Títulos que ya conoceréis: El método Zugzwang, Desmontando la siciliana (Jesús de la Villa), etc… Y había este libro que fotografío. Casualidad que la última ronda me emparejó con el autor, Cándido Arechavaleta Martinez, 1750 de Elo, o sea, un rival asequible. Google no me devolvió ni una mísera partida suya, pero sí este enlace sorprendente. Vaya, me dije, voy a jugar contra un escritorzuelo (expresión cariñosa de un amigo mío, escritorzuelo él) Prometí a la Virgen de Lourdes comprar el libro si ganaba y más aún: leerlo. Al final, perdí la partida y compré el libro y he empezado a leerlo. Dentro de algunos días os explicaré de qué va, pero ya puedo adelantar algo: es un libro de ajedrez que se puede leer sin tablero. Más aún, sin ser un freaky del ajedrez.
Felipe Martín

El autor de la novela, Cándido Arechavaleta, con nuestro «pionero» Alexandr Pedchenko

Rafi en la «sala de análisis» (la cafetería) con otro pionero