Gukesh se marca un Ponomariov ante Ding Liren

He visto a mucha gente proclamar a Gukesh, que acaba de coronarse campeón del mundo con tan solo 18 años, como el campeón del mundo más joven de la historia. Parece que algunos se han olvidado ya de Ruslán Ponomariov. Nuestro conocido ucraniano se alzó con el máximo título de la FIDE el 23 de enero de 2002, siendo 3 meses y 1 día más joven que el indio. Pero, pese a ser ambos los dos campeones más jóvenes de la historia, sus títulos dejan un sabor amargo, y en ambos casos por el mismo motivo: se llevaron la corona en una batalla en la que el mejor jugador del mundo estaba ausente.

En el caso de Ponomariov, en 2002 Kasparov era el líder y cara visible del ajedrez mundial. Pero en su lucha contra la FIDE creó la PCA (Professional Chess Association), dividiendo el mundial entre ambas federaciones y haciendo que, en resumidas cuentas, no hubiera un campeón del mundo indiscutido. Ruslán se impuso a su compatriota Ivanchuk por 4.5 a 2.5 en un match que, seguramente muchos, no consideran del nivel que se espera para un campeonato del mundo.

Por su lado, Gukesh partía como favorito de la multitud (pese a ser el retador) en el segundo mundial que se disputaba desde que Magnus Carlsen, número uno indiscutible, dejara el trono desierto. El match anterior, celebrado entre Ian Nepomniachtchi y Ding Liren, no fue especialmente interesante, e incluso ciertamente decepcionante, sobre todo si tenemos en cuenta los errores garrafales que se vieron continuamente y que no se esperan en un campeonato del mundo.

En esta ocasión el duelo comenzó fuerte, con el chino anotándose la victoria en la primera partida tras atacar de manera muy precisa con las piezas negras, habiendo partido de una defensa francesa (ya lo dice Pepe Cuenca: CuidaDing Liren). La ventaja no duraría mucho, ya que dos rondas después, el indio conseguiría empatar el marcador gracias a un alfil rival que entró en la casilla c2 para, tras quedarse encerrado, acabar siendo capturado unos movimientos después. A partir de ahí, nadie sabía qué esperar: Ding buscaba la triple repetición en una posición con ventaja, Gukesh no conseguía resolver una partida en la que el módulo marcó ventaja decisiva hasta en 3 ocasiones… situaciones inusuales en jugadores que rondan los 2800 puntos de Elo FIDE.

El chino anduvo apurado de tiempo durante gran parte del campeonato (de hecho en la ronda 3 perdió por tiempo antes de llegar al incremento de los 40 movimientos) y, en la ronda 11 y con tan solo 7 minutos en el reloj, tiró la partida dejándose una pieza completamente limpia. Cuando todo parecía ya decidido, y simulando aquella décima partida del Carlsen vs Karjakin de 2016, Ding Liren procedió a jugar con un 99% de precisión y a volver a empatar el marcador en una partida en la que Gukesh parecía ausente y a tan solo dos rondas del final. Tras unas tablas en la penúltima, la última y decisiva apuntaba a que el mundial se decidiría a rápidas después de que Ding decidiera no repetir la inglesa que, en palabras de Carlsen y Nakamura, había dado tantos problemas posicionales al retador. De hecho yo mismo dejé de seguirla en directo al ver que la posición era la típica en la que los jugadores se darían la mano en cualquier momento y firmarían 7 puntos para cada lado. Pero llegados a un final en el que casi cualquier movimiento conducía a tablas, el defensor de la corona decidió hacer algo que muchos no entendemos a día de hoy: forzar el cambio de piezas que le llevaría a extender la mano tan solo dos movimientos después.

Pero es que esto ya no es una cuestión de cálculo: alguno de nuestros sub12 tardó menos de 10 segundos en ver la secuencia ganadora tras la desastrosa 55-Tf2. Es una cuestión de conceptos básicos: no hace falta calcular nada para saber que en esa posición, si desaparecen las piezas mayores y quedan solo los peones, las negras ganan sin mucho esfuerzo. Por eso ahora hay cierta conspiración sobre si el chino sabía lo que hacía y simplemente quería acabar con el peso de la corona, porque es realmente impensable que, ya no un campeón del mundo, sino un jugador medianamente decente, haga esa jugada.

Y puedes estar pensando que es muy fácil analizar con el módulo puesto y la barra disparándose hacia un lado y, en parte es verdad, pero este caso es tan básico que ni aplica. De hecho, antes de ponerme a escribir esto, me he puesto a jugar esa posición contra la máquina probando a hacer al toque las jugadas que parecen más obvias para ver si me estaba dejando algo y… es hasta complicado perder si no pones de tu parte. Si el título de la FIDE ya había perdido valor, después de cederlo con un final como este…

Pese a este trágico final, no hay que quitarle mérito a Gukesh, que luchó contra las tablas hasta en finales con inferioridad buscando el oro que acabó encontrando. El campeonato fue más emocionante de lo que la mayoría esperábamos, y no ver 12 partidas consecutivas de apertura española siempre es de agradecer. Pudimos ver francesa, italiana, gambito de dama, inglesa, sistema Londres… e incluso alguna preparación con Cf3, b3 y Aa3 buscando la sorpresa. Un abanico de opciones que, al menos para mí, es una gozada poder disfrutar en manos de tremendos jugadores. Porque pese a la dureza con la que se ha tratado la actuación de ambos jugadores por ser el foco del ajedrez mundial durante más de dos semanas, no hay que olvidar que son dos de los mejores jugadores de nuestra época. Esa es quizás la única ventaja de no tener al número uno en el match, que los jugadores pueden permitirse explorar más en el inicio de la partida.

Como anécdota final, el indio se llevó el trofeo a casa con una variación de Elo de -6.2. Cuanto menos, curioso, siendo él el retador… ¿Y Ding? Ding estaba jugando al pasapiezas online tan solo 4 horas después de haberse quitado la presión que le había quitado la sonrisa.

Texto: Amaiur González.

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