Oviedo tuvo un Open hasta el año 2009. Han estado en barbecho estos nueve años y ahora se han puesto manos a la obra para retomarlo. No cabe duda de que lo van a conseguir, gracias al buen hacer y la energía de Alberto Llaneza, del club de ajedrez Ciudad Naranco organizador del evento, un “disparo” resolviendo las cuestiones más peregrinas planteadas en el momento menos oportuno. Los jugadores de ajedrez no sabemos cuánto le debemos a este otro tipo de “jugadores” con esas habilidades organizativas y relacionales puestas al servicio de nuestro deporte y que ha sabido “venderles” el proyecto al Ayuntamiento de Oviedo y a la Universidad de Oviedo. También el Real Oviedo Club de Ajedrez se sumó a la fiesta con su aportación.
El VII Open Internacional Ciudad de Oviedo se ha desarrollado en el Palacio de Exposiciones y Congresos de la Ciudad, “el centollo”, un edificio de Calatrava llamado así por los carbayones (ovetenses) por su parecido con … cuando se lo mira desde arriba, desde el alto del Naranco, por ejemplo. Desde abajo parece… una cosa rara a la que cuesta ponerle nombre, un delirio de la razón arquitectónica, sin duda alguna un edificio grandioso, de amplios espacios interiores y con una alta ratio de metros cúbicos de hormigón y de aire por metro cuadrado habitable/utilizable, metros cúbicos empleados en darle esa forma singular. Pero el jugador de ajedrez, concentrado en el pequeño espacio de los 64 escaques, ni siquiera percibe durante la partida los 15 o 20 metros de altura de la sala en la que jugábamos, el atrio principal.
La nómina del torneo se componía de 109 jugadores de 21 nacionalidades diferentes, de los que 50 sobrepasaban el elo 2000, con 28 titulados FIDE, seis de ellos Grandes Maestros. La campeona mundial sub-12 de 2018, la hindú Savitha Shri B, no era la única de rasgos exóticos.
Ganó el GM cubano Isán Ortiz, cuarto del ránking absoluto que encabezaban los GM Karen H. Grigoryan (armenio, 2549), Arthur Kogan (israelí, afincado en Tarragona, 2535), Pepe Cuenca (el de chess24, actual subcampeón de España, 2534) e Isán Ortiz (2533)
Isán –que formó parte del Club Mikel Gurea en el año 2010– jugó todas las partidas a ganar sin concesiones especulativas a que los sucesivos emparejamientos le eliminaran rivales. Significativos fueron los resultados de la penúltima ronda. Llegaban empatados a siete puntos cuatro jugadores. El asturiano Marcos Llaneza y el ucranio Sergey Pavlov firmaban la paz tras 9 movimientos (veáse la posición final de las tablas Llaneza-Pavlov), mientras Isán Ortiz y el también asturiano Carlos Suárez firmaban unas duras tablas tras 80 movimientos.
Así que la última jornada fue plenamente decisiva. Isán Ortiz se impuso a Marcos Llaneza cuando llevaba calidad de ventaja y era inminente la captura del caballo blanco. Por contra, Sergey Pavlov y Carlos Suárez firmaban tablas en 12 movimientos que les dejaban segundo y tercero. Digno triunfador Isan Ortiz, que por añadidura se hubiera llevado el premio a la combatividad, si lo hubiera habido.
En ese contexto, dos jugadores del Mikel Gurea marchamos a Oviedo el lunes 15 de julio. Cinco horas de viaje tranquilo (se puede hacer en menos) para alojarnos junto con un buen grupo de jugadores foráneos en el Colegio Mayor San Gregorio.
El organizador, Alberto Llaneza, nos fue recibiendo in situ en la mañana del 15, a medida que íbamos llegando, y nos acompañó a la tarde andando hasta el local de juego, situado a 15 minutos. Un recorrido que hicimos nueve veces de ida y otras tantas de vuelta hasta sernos tan familiar como rellenar la planilla. Compartimos habitaciones y comida sobria, pero digna, con Isan Ortiz, Arthur Kogan, Igor Naumkin, los colombianos Miguel Mosquera (IM) y Juan David Becerra (FM), la india Savitha Shri (WFM, campeona mundial sub 12 de 2018)… Más de una vez pudimos comentar a la hora de cenar los momentos críticos de esas partidas que habíamos estado viendo in situ, con Isán Ortiz, o con Juan David Becerra o con Miguel Mosquera.
Cómo no, Daniel se hizo una foto con Isán, amigo y compatriota de Jose Angel Guerra, su profesor.
La organización del torneo también programó unas actividades paralelas en las mañanas del miércoles y viernes, libres de partidas (martes y jueves se jugó mañana y tarde) De una de ellas tenéis aquí un pequeño resumen.
Quizás los jugadores de ajedrez se puedan clasificar en dos grupos: los que no levantan la vista de los 64 escaques más que por razones higiénicas, como el parpadeo, y los que siguen con tanto o más interés lo que sucede más allá del escaque 64.
El GM israelí Arthur Kogan jugó todas sus partidas con gafas de sol, en una sala iluminada con luz natural, no importa que fuera estuviera nublado o incluso lloviendo. Lo sorprendente es que, fuera de los momentos de juego, Arthur Kogan no acostumbra a llevar gafas de sol, y podemos dar fe de ello.
Quizás la FM rusa Svetlana Tishova nos ayude a entender la intencionalidad de esta insólita conducta. Hasta la ronda 7 u 8 no habíamos tenido ocasión de seguir su juego. Al hacerlo por segunda o tercera vez, observamos que los ojos de Svetlana recorren el tablero fijándose en distintas casillas varias veces por segundo. No es la mirada cautelosa del que ahora mira el flanco de dama, luego en otro momento el de rey o se detiene un rato en el centro. Los ojos de Svetlana son grandes, expresivos, y si dieran luz, su movimiento espasmódico les haría parecer luces de discoteca. Se diría que los ojos de Svetlana se acompasan con un frenético cálculo de variantes, mientras que el de los demás jugadores sigue el vaivén de sus consideraciones estratégicas. ¿Está protegiéndose Arthur Kogan del espionaje de su rival? ¿Es Arthur Kogan un ajedrecista del Mosad? ¿O simplemente está jugando a intimidar a su rival con un toque de misterio? O simplemente lleva gafas para jugar, como nos desvela google, y en esta ocasión se dejó las buenas en casa y tuvo que ponerse las de sol.
Vimos a un guaje de apenas diez años echarse a llorar cuando perdió la dama y comprendió que con ella perdía también la partida. Siguió jugando durante 10 o 12 movimientos, anotándolos escrupulosamente, pulsando el reloj y llorando sin parar, inconsolable. Y durante esos últimos y agónicos movimientos, profundamente absorto, cogió maquinalmente el batido que desde atrás le alargaba su madre solícita, para devolverlo inmediatamente cuando se dio cuenta de lo que tenía en la mano: seguramente hubiera preferido su dama. No era la primera ni la segunda ni la tercera partida que perdía. Pero venía de ganar en la ronda anterior a un chaval cinco años mayor y quizás sus expectativas se habían disparado. No se lo había puesto fácil hasta ese momento a su rival, un jugador de 63 años y elo 1396 que en repetidas ocasiones le pedía la planilla para corregir y completar la suya. De todos los que pugnábamos sobre el tablero nadie como él, derrotado en aquella jornada, podría haber dado una definición más clara de lo que es la Victoria. Creo que debemos dar su nombre y etiquetarle en el post: Mauro Álvarez Sánchez. Y no porque seguramente oiremos hablar de él ajedrecísticamente antes de una década. Me gustaría pensar que de ese momento, inolvidable para él, quizás dentro de diez años pueda encontrar en el google del futuro este pequeño recuerdo de su niñez, si estas páginas no se han perdido ya como lágrimas en la lluvia.
Y sobre el tablero, la actuación de los jugadores de Mikel Gurea fue la siguiente:
Daniel Aguinaga partía en el puesto 91 de ranking y terminó en el 85, con una ganancia de 15,60 puntos de elo (K=20)
Más discreta en apariencia fue la participación de Felipe Martín, en el puesto 95 de ranking y en el 92 final, con una pérdida de 0,80 puntos de elo. Dos incidentes afectaron a su balance-elo: el emparejamiento (y victoria) en una ronda contra un rival sin elo y, en la penúltima, la anotación de un punto por incomparecencia del rival. En ambos casos, el resultado no computa para elo, pero sí a efectos de emparejamiento en siguiente ronda de acuerdo con los puntos “conseguidos”.
La evolución de ambos hasta la 6ª ronda fue casi paralela, llegando ambos con 2 puntos al emparejamiento de la ronda 7ª. Se suponía que en las tres últimas rondas se evitarían los rivales desmedidamente superiores y que habría posibilidades de sacar entre punto y medio a dos puntos. Así fue con Daniel, mientras que en el caso de Felipe las cosas se torcieron a partir de una bronca partida en la ronda 7.
Dejamos aquí una muestra de varios finales en los que Daniel tuvo el medio punto en el alero. En algún caso cayó de su lado y en otros no
(comentarios de Pedro Forján)
{Los torneos de verano son una oportunidad para hacer turismo y divertirse jugando al ajedrez, recuerdo con agrado cuando era un apasionado del juego y pasaba los veranos de torneo en torneo. Nuestros compañeros Felipe y Daniel están disfrutando de esa experiencia tan agradable y se encuentran disputando el open de Oviedo, de donde procede este final que vamos a ver. Es un final de torres el cual hace valedera la frase «gana el que comete el penúltimo error», existe igualdad en el final y se juegan las mejores jugadas por cada bando hasta que Txb4?? desemboca en una derrota inmediata. Quizá el blanco esperaba axb4?? que hubiera sido devolverle el favor, o seguramente el cansancio y la falta de tiempo hicieron mella en el blanco, sea como fuera nuestro compañero Daniel pasó una buena tarde y además ganó.}
(comentarios de Pedro Forján)
{Este interesante final se dio en el Open de Oviedo donde nuestros
compañeros Daniel y Felipe están participando. Un análisis superficial de
la posición podría arrojar la conclusión de que las negras ganan con
facilidad por los dos peones de mas, aunque en los finales de damas el factor
material es menos importante que la actividad de las damas y la seguridad de los
reyes y el negro en este caso no tiene ninguna de las dos últimas. La partida
acabó en tablas. La posición de la que partimos estas lineas son un
análisis posterior que demuestran que el juicio de Dani al aceptar las tablas
fue bueno, aunque yo personalmente habría jugado dos o tres jugadas mas pues
dar con la secuencia de jaques precisa es difícil (pero sólo es mi opinión,
las tablas es el resultado justo).}
En la partida real, Daniel perdió el peón de «a» intentando esquivar los jaques de la dama blanca. Pero consiguió activar la suya, situada en la peor casilla del tablero, dar algunos jaques e incluso avanzar con el peón de «h» incrementando la amenaza sobre el rey blanco. Su plan, en realidad, era más sencillo: cambiar damas, lo que le dejaba un final de peones muy favorable. No fue posible y al final las tablas reflejan el enorme poder de las damas sobre un tablero casi vacío y los reyes expuestos.
De Felipe recogemos aquí dos partidas con finales “ejemplares” en la ronda 2 y en la 7.
Esta segunda partida estuvo marcada por ciertas urgencias fisiológicas y un brevísimo diálogo entre los jugadores hacia la jugada 50, a propósito de la oferta de tablas, que sacó de quicio al jugador de blancas, propiciando un error detrás de otro, hasta el tercero. Reproducimos la partida a partir del primero de los errores.