Ayer 20 de julio se celebró en todo el mundo el Día Mundial del Ajedrez. Esta jornada es la cuarta desde que el 12 de diciembre de 2019 la ONU otorgara este rango a este día, si bien la FIDE ya venía señalándolo a nivel internacional en su propio calendario desde el año 1966. Puedes leer más acerca de este tema en este artículo y la propia declaración de la Asamblea General en este otro. ¿Y por qué? Por que entre otras cosas, reconoce «el importante papel que desempeña el ajedrez en cuanto actividad asequible e inclusiva que se puede practicar en cualquier lugar y en la que pueden participar todas las personas y que trasciende las barreras del idioma, la edad, el género, la capacidad física o la situación social«.
La práctica del ajedrez es algo que nos une a todos los que nos sentamos un lado u otro del tablero indistintamente del lugar en el globo terráqueo en el que nos ubiquemos. Todos hablamos ese mismo lenguaje. Así, sirva como ejemplo los dos torneos que acaban de disputar los hermanos Fernando García-Cortés Rocha (2012) y Adrián García-Cortés Rocha (2015) ayer mismo en la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno (ver aquí), en la localidad mexicana de León, en el estado de Guanajuato. Por un lado un campeonato durante la mañana para niños y niñas de entre 8 y 12 años y otra prueba posteriormente a la tarde para jóvenes entre 13 y 17 años.
Fernando y Adrián fueron alumnos de la Escuela de Ajedrez de Burlada y de Mikel Gurea durante un par de años, pero hace tres años su familia se marchó a vivir a México. Sin embargo, durante este tiempo no han perdido la relación con el club y sus miembros y no es difícil ver a los dos chavales, de 10 y 8 años ambos, en los torneos on-line que de vez en cuando celebramos.
El juego de Fernando es muy serio y maduro para su edad. Además, es poseedor de un buen repertorio teórico de juego y no es nada fácil sorprenderle en la apertura (es más fácil que él te sorprenda a ti). Así, durante el tiempo en el que fue alumno de Mikel Gurea en los torneos que disputó usaba mucho tiempo en el reloj, porque quería tener todo bajo control. Su hermano Adrián es muy pequeño y apenas tenía 5 años cuando acudía a la escuela de Burlada. Sin embargo, los brotes verdes en cuanto a su estilo de juego ya se vislumbraba, ya que le encantaba resolver ejercicios de táctica y hacer mates. Fruto de ello es su forma de plantear sus encuentros; al cuello desde la jugada uno.
En torno a los dos torneos, los eventos se realizaron mediante un sistema de encuentros previos y unos cruces posteriores por eliminatorias a partidas de 15′. Así, en el campeonato infantil Adrián fue tercero después de únicamente perder en las semifinales, pero logró el bronce en la competición pese a ser el más pequeño de los allí presentes. En la final se cruzaron Fernando y Sara Zambrano, que nos deleitaron con una bonita partida con una defensa francesa en la que ambos bandos atacaban en flancos opuestos. Al final los apuros de tiempo y la presión de la experimentada rival de Fernando le condujeron a nuestro canterano a llevarse el subcampeonato.
Después de las buenas sensaciones de la jornada matutina, los dos pequeños de MG se atrevieron a medirse contra los mayores. Adrián se desenvolvió sin problemas, como si tener la mitad de edad no fuera nada. Sin embargo, el ímpetu y el juego de ataque no fueron suficientes para avanzar hasta las rondas finales. Pero el desempeño de Fernando fue bien distinto y, aunque tampoco se arrugó, su estilo más pausado y académico le llevó a posiciones ventajosas que luego liquidó sin problemas. Así, una de sus partidas más rápidas fue precisamente la de la final, en la que Fernando fue capaz de colar un recurso táctico en una defensa holandesa a su rival, Israel Reyes, para anotarse la victoria y con ello el título del campeonato. Felicidades.
Los jugadores premiados en el torneo infantil, con Fernando Y Adrián segundo y tercero respectivamente
El pódium del evento juvenil, con Fernando como campeón
Sus padres Manuel y Beatriz, así como su abuelo Miguel (un auténtico monstruo en el blitz), estarán bien orgullosos de ellos. Y nosotros, desde Burlada, a más de 9.000 kilómetros de distancia, lo estamos también. Una abrazo muy fuerte desde el otro lado del océano.
